Durante el tiempo ordinario recordamos a Jesùs en su vida cotidiana:
Los evangelios nos cuentan que Jesús, junto a su madre Marìa y a su papá adoptivo José iba creciendo y fortaleciéndose corporal y espiritualmente. Cuando era adolescente subieron a Jerusalén a celebrar la fiesta de pascua y Jesús se entretuvo conversando sobre Dios con los sacerdotes judíos y se perdió. Poco después lo encontraron sus padres.
Ya grande Jesús debía trabajar como todos los adultos, para poder vivir y ayudar en el hogar. Se dice que era carpintero.
Después de su Bautismo se fue a hacer un retiro espiritual muy largo, solo en el desierto y al regresar empezó a hacerse conocer de la gente. Hizo un milagro en una fiesta de bodas en Caná; en una sinagoga dijo que había sido enviado a proclamar la misericordia de Dios; escogió a doce apóstoles; predicó que Dios debe ser acogido por todos como rey y Señor de toda nuestra vida; como era Dios, curó enfermos, multiplicó el alimento, calmó tormentas, caminó sobre las aguas y resucitó algunos muertos.
En su predicación Jesús decía que Dios era su Padre y esto hizo disgustar a los dirigentes del pueblo judío; pero se disgustaron sobre todo un día que Jesús se enojó porque la gente había convertido el templo en una plaza de mercado y porque dijo que Él era el lugar de la presencia de Dios y no el templo de piedra. Por estas cosas, empezaron a buscar la oportunidad de matarlo.