Historia

(Se transcribe el artículo de Jorge Humberto Correa Diaz, escrito para la Revista Shema)

La historia de nuestra Diócesis está estrechamente ligada a la historia de este territorio del nororiente amazónico colombiano. Cualquier lector podría decir que esta afirmación parte de una intención romántica, propia de las efemérides que despiertan sentimientos de pertenencia y furor religioso, pero, de hecho, la colonización de este espacio de transición entre el llano y la selva se da en una relación de directa proporcionalidad con las crecientes misiones de religiosos, religiosas y sacerdotes que se aventuraron por los ríos y trochas de esta zona norte de Suramérica desde el siglo XVII. Este fenómeno de poblamiento y colonización no es ajeno a la dinámica que vivió toda América Latina a partir del siglo XV.

La concomitancia de la misión religiosa y la colonización, obliga a arriesgar una historiografía en la que resultan inevitables los cruces, coincidencias y afinidades entre los acontecimientos de construcción de sociedad y los acontecimientos de construcción de iglesia. Por tanto, esta historia hará referencia a la presencia religiosa en el territorio, pero al ser relatada, dará cuenta de los procesos históricos generales que han conformado un modo de percibir el mundo: una cultura.

Los Inicios

La actividad de iglesia en estas tierras del Guaviare, data de mediados del siglo XVII, cuando los jesuitas y carmelitas hicieron presencia en esta región con la idea de evangelizar a los pueblos indígenas. Esta primera actividad misionera tuvo dos rutas de acceso al territorio: una proveniente del Río Negro, a través de su afluente, el Río Vaupés, y otra de la parte norte, con las primeras misiones jesuíticas en los Llanos Orientales. Estas dos rutas de acceso marcaron las oleadas de colonización en lo que hoy en día es el departamento del Guaviare; una proveniente del sur, por el Vaupés, y otra del norte, por las extensas sabanas llaneras o por el Río Ariari.

Las búsquedas de los religiosos y de campañas colonizadoras permitieron el descubrimiento del canal del Casiquiare en 1750; acontecimiento que trajo un amplio movimiento mercantil y la fundación de numerosos poblados en la parte alta del Río Negro, que en Colombia es el Río Guainía.

A partir de ese momento, y a lo largo de los siglos venideros, se ha vivido un continuo frenesí esclavista y comercial, algunas veces ignorado, pero la mayoría del tiempo denunciado por los misioneros que, con el riesgo que despierta el mensaje del Evangelio, conocieron de primera mano las injusticias y la ambición de quienes explotaron sin clemencia a los indígenas y al paisaje del nororiente amazónico colombiano.

Este afán por la explotación de nuevos territorios, sea cual fuere su intención y los medios para alcanzarla, se ha mantenido hasta nuestros días en la conciencia de quienes aún asumen esta zona como un espacio de enriquecimiento.

Estas realidades humanas y geográficas fueron descritas con pluma diestra por el padre José de Calasanz Vela, O.P., quien en 1889 emprendió una odisea con fines religiosos, nacionalistas y científicos por los ríos Ariari, Guaviare, Orinoco, Vichada y Meta.

Hasta finales del siglo XIX, la presencia de los misioneros católicos estuvo marcada por la peregrinación. Los asentamientos eran temporales y dependían en gran parte de la trashumancia de los pueblos indígenas y de las obvias dificultades que comportaba el escenario político europeo.

En los inicios del siglo XX, a la par de los fenómenos de constante reorganización territorial que generaba una nación recientemente independizada, se observa una mayor permanencia de los religiosos y sacerdotes en los sitios de misión. Tanto la reorganización del territorio como la disminución del nomadismo misional, incidieron directamente en la estructuración de nuevas circunscripciones eclesiásticas.

La Comisaría Del Gran Vaupés Y La Labor Montfortiana

Al crearse la comisaría del Gran Vaupés en 1910, los sacerdotes monfortianos (s.m.m.) asumieron una misión evangelizadora que se prolongó por varios años.

Con la tenacidad propia de quienes ponen en la misión su razón de vida, varios sacerdotes monfortianos, muchos de ellos franceses y holandeses, remontaron desde el año 1912 varios ríos de las cuencas amazónica y del Orinoco. Cuenta el padre Andrés Linssen, s.m.m. que en 1912 el padre Pedro Barón, s.m.m. salió de San Martin (no existía la carretera de Villavicencio) y, pasando por San José del Guaviare y Calamar, bajó por el Río Unilla al Vaupés; salió del país por el Yavaraté a territorio Brasilero, y se volvió, dando la vuelta por el mar y el Río Magdalena, trayendo datos precisos sobre estas regiones.

Fueron varios los monfortianos que dejaron una huella de entusiasmo misionero en estas tierras. Después de los padres Humberto Damosseau y Pedro Barón llegó el P. Pedro Cock, de Amsterdam, quien, como genio de la lingüística, comprendió que sin el dominio de las lenguas nativas sería imposible enseñar al indio, disciplinarle, catequizarle e, inclusive, colombianizarle. Dentro de las obras del padre Cock se destacan gramáticas, catecismos, libros de oraciones y traducciones de los evangelios en lenguas tucana y tupí. Este manejo de las lenguas nativas, además de ser un acto de dignificación de los universos simbólicos diversos, permitió un trabajo mucho más cercano entre los misioneros y los pueblos indígenas.

Otros monfortianos que vale la pena destacar en esta etapa de misión fueron los padres Humberto Limpens, Alfonso Cuypers, Andrés Linssen, Emiliano Pied (primer prefecto apostólico del Vichada), Clemente Limpens y Germán Liestra.

A su labor debe Colombia en gran parte la conservación de estos territorios fronterizos y de su población indígena, como escribía el padre De Montplaisir en 1921, “aquel pedazo del territorio no admite ya litigios; tiene historia e historia colombiana”. (Revista Misiones N.115 p.6).

Con la creación de Mitú en 1936, como capital administrativa, los Monfortianos nombraron el primer párroco allí y ampliaron este nuevo frente de trabajo.

La salida de estas tierras fue dolorosa para la comunidad monfortiana y para muchos pueblos indígenas que experimentaron, durante casi cuarenta años, la bendición de conocer a Cristo gracias al tesón misionero de estos comprometidos sacerdotes.

Misioneros De Yarumal En La Prefectura Apostólica De Mitú Y El Vicariato Apostólico De San José Del Guaviare

Con la autonomía que otorgan los años de vida como República, algunas misiones extranjeras fueron reemplazadas por misiones colombianas. El Papa Pío XII creó la Prefectura Apostólica de Mitú el 9 de junio de 1949, y la segregó del antiguo Vicariato de los Llanos de San Martin. Encomendó su manejo a los Padres Misioneros de Yarumal (MXY), fundados por Monseñor Miguel Ángel Builes. Esta nueva Prefectura Apostólica cubría 149.850 Km2, que abarcaban los actuales departamentos de Vaupés, Guainía y Guaviare.

Los Misioneros de Yarumal recibieron y administraron con celo apostólico las misiones de Montfort y Papurí, pero con el tiempo ampliaron su radio de acción al Bajo y Alto Vaupés y al Río Guaviare. Fundaron allí los centros misionales de Arara, Miraflores, Carurú y San José del Guaviare.

esta circunscripción eclesiástica desde la erección de la Prefectura Apostólica hasta su reorganización en los Vicariatos Apostólicos de San José del Guaviare y Mitú – Puerto Inírida (1989): Monseñor Gerardo Valencia Cano (1949 – 1953), Monseñor Heriberto Correa Yepes (1953 – 1966) y Monseñor Belarmino Correa Yepes (1967 – 1989 como Prefecto), (1989 – 2006 como Vicario y Obispo). La labor de los Misioneros de Yarumal va de la mano con la consolidación de la iglesia en esta región del país, y marca un hito en el trabajo misionero y social. Para la muestra, los nombres de quienes regentaron

Algunos acontecimientos de mayor relevancia durante este periodo de la Prefectura Apostólica fueron los siguientes:

–          Establecimiento de una casa de las Hermanas Lauritas e inicio de una misión educativa (1950).

–         Acaricuara.   Creación de las parroquias de Mitú, Carurú, Villa Fátima, Teresita de Piramirí, Montfort

–          Acción misional en el Guainía.

–        Creación de la primera parroquia (cuasi-parroquia) en San José del Guaviare, que abarcaba todo el departamento del Guaviare y, por lo menos, medio departamento del Guainía (1954).

–          Inauguración del internado María Reina de Mitú (1954).

–          Creación de la Estación misional del Bajo Guaviare e Inírida (1957).

–          Creación de la misión de La Ceiba (Villa Lourdes) (1959).

–          Trabajo de las Hermanas Lauritas en la misión de Villa Lourdes (1960 – 1967).

–          Segregación de la comisaría del Guainía (1963).

–          Nacimiento de Puerto Inírida (1968).

–          Segregación de la comisaría del Guaviare (1977).

–          Creación de las cuasi-parroquias de El Retorno y Miraflores (1979).

Si bien estos acontecimientos son solo generalidades que no hacen justicia al titánico trabajo de losMisioneros de Yarumal durante los años de la Prefectura, sí dan cuenta de la incidencia holística que tuvo su misión; a la luz de un proceso de evangelización se creó sociedad, se dinamizaron las economías, se comunicaron las culturas y se trazaron las fronteras de esta región del país.

Vicariato Apostólico De San José Del Guaviare

El 19 de junio de 1989, mediante la bula Tum Novas Utile , el Papa Juan Pablo II dividió la entonces Prefectura Apostólica de Mitú en dos Vicariatos Apostólicos: San José del Guaviare y Mitú – Puerto Inírida. Tum Novas UtileEl 19 de junio de 1989, mediante la bula

El Vicariato comprendía la extensión del actual departamento del Guaviare (aproximadamente 54.450 Km2), y por ello la actividad misionera y pastoral comenzó a centrarse en las realidades propias de este vasto territorio. Valga aclarar que dos años después de crearse el Vicariato, la Constitución Política de 1991 le otorgó al Guaviare el nivel de departamento.

El Guaviare fue poblado tras un fenómeno de colonización que inicia con los brotes de violencia partidista originados en el país desde finales de la década de los cuarenta. Es sobre todo desde las décadas del sesenta y setenta que distintos colonos, provenientes de diversos lugares del país, buscaron refugio en este lugar que marca un límite geográfico entre la región de los llanos orientales y la selva amazónica.

Las rutas de poblamiento del Guaviare, los orígenes de los nuevos pobladores y las dinámicas que se dieron entre ellos, comenzaron a conformar una sociedad marcada por la diversidad y las bonanzas. Estos determinantes le han dado a la iglesia guaviarense un extenso campo de acción pastoral, desde ámbitos espirituales, éticos, educativos y de derechos humanos.

Los colonos provenientes de la zona andina, dedicados al comercio y a labores agropecuarias; los que llegaron del Pacífico, especialmente del Chocó, para aportar su compromiso como maestros en las nacientes escuelas del departamento; y los indígenas de la familia tucano oriental que, atraídos por la mayor riqueza de los ríos amarillos (Inírida y Guaviare), colonizaron este territorio de sur a norte, iniciaron un proceso de interacción cultural con los pueblos indígenas que siempre han habitado estas tierras (Jiw y Nükak especialmente). Lastimosamente esta interacción no fue respetuosa en la mayoría de los casos, y estuvo signada por fenómenos de exterminación cultural, maltrato y desplazamiento.

El tiempo de existencia del Vicariato Apostólico de San José del Guaviare coincidió con un periodo aciago para esta región, en el cual hubo una convergencia de factores que impusieron modos de ser y de proceder en las dinámicas sociales, y paradigmas éticos dominados por el ansia de tener como principio de acción que subyacía a cualquier búsqueda diferente de las personas y colectivos (ser, saber, querer, servir, etc.). El recrudecimiento del conflicto armado histórico entre una izquierda que estaba mutando con gran rapidez sus principios originarios de lucha social, por otros de dominio territorial violento y de ganancia económica a costa de lo que fuera, y una derecha estatal anquilosada en su aparato legal decimonónico, pero muy innovadora en cuanto a la legitimación de dinámicas mafiosas, fue uno de estos factores que, en el caso del Guaviare se vio exacerbado por la notable falta de control estatal y ciudadano. Otro factor determinante fue la bonanza cocalera que cambió vidas por bultos de dinero y que nutrió con creces la fama narcotraficante de nuestro país, que aún perdura en el imaginario del mundo.

No obstante, a pesar del caos ético y espiritual que puede suponerse a partir de un estado de cosas como el descrito, el Vicariato Apostólico de San José del Guaviare mantuvo una apuesta eclesial por ladignificación de la vida, el respeto por las diferencias, la denuncia de las injusticias y la búsqueda de opciones humanizadoras para encontrar salidas a los conflictos.

La construcción de sociedad por parte del Vicariato, se vio reflejada en este periodo por la ampliación de las comunidades parroquiales. Como ya se describió, en el tiempo de la Prefectura Apostólica de Mitú se habían creado las cuasi-parroquias de San José, Miraflores, Calamar y El Retorno, pero ya siendo Vicariato se promovieron a parroquias, y se crearon, además, las siguientes:

Con el Decreto 09 del 25 de abril de 1990 se crearon las parroquias de La Carpa, Mocuare y La Libertad – Unilla; además se corrigieron los límites las parroquias de San José, La Inmaculada de la Granja, El Retorno y Miraflores, y se nombraron párrocos para las parroquias creadas.

Con el Decreto 01 del 27 de enero de 1993 se crearon las parroquias de Santa María de la Asunción de Cerritos y la parroquia del barrio El Modelo en San José. Además se modificaron las jurisdicciones de la parroquia de San José y de la parroquia de La Granja.

Paralelamente a la creación de parroquias, y por la presencia floreciente de grupos cristianos de otras denominaciones en el departamento, se tomó la opción de revitalizar la liturgia mediante una resignificación de las celebraciones en sus componentes homiléticos, pedagógicos y estéticos. Explicar mejor lo textos bíblicos, relacionarlos con la realidad y fortalecer los ministerios musicales fueron acciones concretas que transformaron la vivencia religiosa de las personas.

Pero no fue solamente la creación de parroquias lo que impulsó el Vicariato, también la educación, con la administración de la contratada y la construcción de internados en San José y El Retorno, fue un campo de intervención muy valioso en medio de unainfancia y adolescencia que sufría los efectos morales de una notable polarización de valores antitéticos: enriquecerse, pasando por encima de los propios principios, de la vida y dignidad de los demás y de la naturaleza; o trabajar honestamente y servir a los demás, aún a costa de la exclusión social.

Por otra parte, la labor del Vicariato apoyó otras alternativas productivas que permitieran frenar elavance de los cultivos ilícitos. El fondo rotatorio para la ayuda de los pueblos indígenas y el Fondo Ganadero Familiar, fueron opciones de gran impacto en el departamento.

El Vicariato Apostólico de San José del Guaviare supo administrar los recursos con austeridad y sabiduría, y por ello fue logrando la autonomía económica que lo elevó al rango de Diócesis.

Diócesis De San José Del Guaviare

Dadas las condiciones económicas del Vicariato, la creciente cantidad de sacerdotes que se comprometían a trabajar por esta tierra y la dinámica pastoral, el Vicariato Apostólico fue elevado a Diócesis mediante bula Inter Caetera emitida por el mismo Papa Juan Pablo II el 31 de octubre de 1999 y oficializada el 3 de marzo del año 2000. Inicialmente la Diócesis fue sufragánea (dependiente) de la Arquidiócesis de Bogotá, y actualmente lo es de la Arquidiócesis de Villavicencio. Inter CaeteraDadas las condiciones económicas del Vicariato, la creciente cantidad de sacerdotes que se comprometían a trabajar por esta tierra y la dinámica pastoral, el Vicariato Apostólico fue elevado a Diócesis mediante bula.

En estos años de vida diocesana se han mantenido los esfuerzos por dinamizar una pastoral que haga eco de las necesidades y las búsquedas de la población:

– En un comienzo, la Diócesis financiaba con una beca a sesenta (60) estudiantes de universidady bachillerato, con el apoyo de la Nunciatura Apostólica.

– Se creó un plan de viviendas que logró entregar casas a varias familias afectadas por el conflicto.

– Se fundó el colegio Juan Pablo II que marcó un hito de calidad académica en la educación del departamento.

– Se contó con un número suficiente de ministros ordenados.

– La Diócesis administró la Parroquia del Pilar en Bogotá, lugar de paso y residencia de algunos sacerdotes durante algunos años.

– Mediante el Decreto 004, del 12 de agosto 1999 se creó la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de El Capricho.

– En la Resolución 004 del 16 de agosto de 2001 se nombró la comisión de Vida, Justicia y Paz de la Diócesis, como alternativa para defender la vida de las personas en todas sus formas.

– En el Decreto 007 del 16 de agosto 2001, se erige la parroquia de Nuestra Señora de la Paz de San José del Guaviare y se nombra su respectivo párroco.

– En el Decreto 008 del 16 de agosto de 2001, se erige la parroquia del Señor de los Milagros de la Trocha Ganadera.

– Se realizó la construcción de la Casa Nazareth, para el servicio de los sacerdotes y de los grupos apostólicos de la Diócesis.

– Se hacen permanentes visitas a las comunidades rurales para conocer sus realidades, hacer acompañamiento pastoral y celebrar con ellas los sacramentos.

– La Diócesis ha contado en estos años con el apoyo de religiosos y religiosas que con su testimonio de vida, han contribuido en la construcción de esta iglesia particular. Hermanas Misioneras de Santa Catalina de Siena (Lauritas), Hermanas Misioneras siervas del Divino Espíritu, Hermanos de la Divina Providencia, Misioneros de la Esperanza.

VIAJEROS COMO TODOS, AMIGOS COMO POCOS, PASTORES DEL GUAVIARE

La historia de esta circunscripción eclesiástica ha contado con la bendición de sus pastores. Hombres de Dios y fieles a la Iglesia que, a partir de sus carismas particulares, han edificado una comunidad eclesial activa y digna de los retos que le ha impuesto la sociedad.

A continuación haremos una breve reseña de estos pastores, viajeros de ríos y de trochas; cercanos y amigos de las comunidades, de los indígenas; de los pobres y de los ricos; de los de izquierda y de los de derecha; de los honestos y de los deshonestos; de los colonos antiguos y de los que recién llegan.

Cada uno de ellos trabajó con ahínco y celo misionero para construir lo que hoy es nuestra Diócesis de San José del Guaviare.

Monseñor Belarmino Correa Yepes

Nació en Briceño (Antioquia) el 14 de julio de 1930. Se ordenó como sacerdote misionero en el Instituto de Misiones Extranjeras de Yarumal, el 15 de agosto de 1957.

Fue profesor de Sagrada Escritura en Yarumal de 1964 a 1967, año en el cual fue nombrado Prefecto Apostólico de Mitú.

Tras ser nombrado Obispo titular de Orreacelia y Vicario Apostólico de San José del Guaviare, el 8 de abril de 1989 recibió su ordenación episcopal.

Fue el tercer Prefecto Apostólico de Mitú, el primer Vicario Apostólico de San José del Guaviare y el Primer Obispo de la Diócesis de San José del Guaviare.

Durante sus casi cuarenta años como pastor en este territorio, Monseñor Belarmino Correa fue un lector minucioso de las realidades sociales y un versátil promotor de los valores evangélicos en medio de dichos contextos.

Dentro de sus proyectos pastorales se pueden destacar los siguientes: formar líderes para la construcción de comunidades cristianas autóctonas y autónomas; brindar las condiciones para que la práctica educativa tenga un propósito realmente liberador de los sujetos; gestionar proyectos para mejorar el bienestar económico de las comunidades indígenas y campesinas; denunciar con espíritu profético las injusticias cometidas por los diferentes actores armados, legales o ilegales, en medio del conflicto.

Estos proyectos no tendrían relevancia histórica si Monseñor Belarmino no hubiera realizado acciones concretas para dar respuestas objetivas a las necesidades de la sociedad guaviarense. Como mínimo ejemplo de dichas acciones pueden mencionarse la creación de centros pastorales y de animación misionera como el CAPI en Mitú y CENPAGUA en San José del Guaviare; el cuidado, la organización y la búsqueda de calidad humana y académica a través de la educación y de la creación de internados; la búsqueda de alternativas agrícolas que permitieran salir del monocultivo de la coca y la asesoría permanente del SENA y otras entidades; la creación del Fondo Ganadero Familiar, que ha sido uno de los más exitosos proyectos de sustitución de cultivos ilícitos en el país; la multiplicación de las parroquias; el apoyo a la formación de sacerdotes que se incardinaron a la Diócesis; el fortalecimiento económico de la iglesia particular a través del trabajo de las fincas ganaderas, los centros pastorales, el almacén comunal (ferretería) y el arriendo de inmuebles; el apoyo a estudiantes del departamento para que siguieran sus estudios universitarios; y la creación de un imaginario de justicia social a través de múltiples denuncias y de la Comisión de Vida, Justicia y Paz de la Diócesis.

Monseñor Guillermo Orozco Montoya

Nació en Sonsón (Antioquia) el 15 de agosto de 1946.

Tras estudiar en el Seminario Nacional Cristo Sacerdote de La Ceja (Antioquia) y en el Instituto Canisianum de Innsbruck (Austria), fue ordenado sacerdote el 29 de junio de 1970.

Se ha desempeñado como formador del Seminario Nacional Cristo Sacerdote, decano universitario, rector del seminario de Girardota, profesor de la Universidad Pontificia Bolivariana y director del Departamento de Pastoral para los Ministerios Jerárquicos del Secretariado Permanente del Episcopado Colombiano (SPEC).

Tras ser nombrado obispo de la Diócesis de San José del Guaviare, recibió su ordenación episcopal el 10 de marzo de 2006 y tomó posesión el día 19 de marzo de ese mismo año.

El 2 de febrero de 2010 fue nombrado obispo de la Diócesis de Girardota.

Su trabajo en la Diócesis continuó con el espíritu de fundamentación en la realidad histórica de la región, por ello su interés central en la familia como estructura nuclear de la sociedad. Desde esta perspectiva fue un impulsor de espacios de convivencia, retiro y reflexión para parejas, tales como encuentros matrimoniales; gestionó la construcción de la Casa Nazareth, como espacio pensado para la formación sacerdotal y la realización de actividades que promuevan la vivencia de la espiritualidad en los laicos de la Diócesis.

Desde febrero de 2010, hasta marzo de 2011, fue nombrado como Obispo Administrador de la Diócesis de San José del Guaviare, monseñor José Figueroa.

Monseñor Francisco Antonio Nieto Súa

Nació en Panqueba (Boyacá) el 17 de septiembre de 1948.

El 30 de noviembre de 1973, tras haber realizado su formación en el Seminario Mayor San José de la Arquidiócesis de Bogotá, fue ordenado sacerdote. Entre 1980 y 1983 obtuvo su licencia en Historia de la Iglesia en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Es miembro de las Academias de Historia Eclesiástica Nacional y de Bogotá.

Como presbítero se desempeñó como vicario parroquial, párroco; director, formador y profesor del Seminario Mayor San José de Bogotá; Vicario episcopal, Arcipreste, miembro del Consejo Presbiteral y del Colegio de Consultores de la Arquidiócesis de Bogotá. El 22 de junio de 2007 recibió la distinción de Capellán de Su Santidad.

El 17 de noviembre de 2008 fue ordenado como Obispo titular de Teglata de Numidia y Auxiliar de la Arquidiócesis de Bogotá.

El 2 de febrero de 2011 Su Santidad Benedicto XVI lo nombró Obispo de la Diócesis de San José del Guaviare. La Conferencia Episcopal lo nombró delegado ante el Consejo Directivo del SENA, después de ser presidente de la comisión de pastoral social.

Su espíritu de pastor, su formación de historiador y su empuje de misionero, han logrado que su labor apunte a necesidades recurrentes de la región en términos de justicia social y fortalecimiento de la animación pastoral. Durante su pastoreo recorrió las parroquias, los ríos y la trochas del departamento, conociendo las realidades de los habitantes urbanos, de los campesinos y de los indígenas en una etapa coyuntural de la historia, en la cual convergen los cambios de las dinámicas de producción, lo cual produce constantes migraciones internas y pobreza; las búsquedas espirituales de la población que generan sincretismos y exploración en otras vivencias del cristianismo; la falta de oportunidades y de un horizonte de sentido en la infancia y la juventud del departamento; y la pérdida de principios básicos de humanidad por parte de quienes detentan algún tipo de autoridad (legal o impuesta a la fuerza), entre otras.

Esta lectura minuciosa de la realidad lo llevó a realizar acciones de fortalecimiento del clero en sus ámbitos espiritual, psicológico y académico, y en el apoyo a la pastoral vocacional; fomento de una calidad educativa cimentada en el contexto de la región, tanto en la labor de la educación contratada como en la gestión que realiza el SENA; mejoramiento de las condiciones económicas de la Diócesis a través de la organización administrativa de las fincas de La Leona y El Hatico; apoyo a estudiantes para adelantar sus estudios universitarios en la ciudad de Bogotá; presencia en los medios de comunicación para divulgar el mensaje del Evangelio y para denunciar aquellos hechos que atentan contra la dignidad de las personas y de las comunidades.

Fue nombrado Obispo de la Diócesis de Engativá el 26 de junio de 2015.

Monseñor José Figueroa Obispo de Granada, asume nuevamente como Administrador Apostólico.

Mons. Nelson Jair Cardona Ramírez.

Nació el 18 de enero de 1969 en Norcasia (Caldas), donde recibió la educación primaria y secundaria.  Enseguida ingresó en el Seminario Mayor. Perfeccionó sus estudios, adelantando la licenciatura en Teología espiritual en la Universidad Gregoriana en Roma, y alcanzó el Doctorado en el Instituto Teológico Pastoral para América Latina y El Caribe (ITEPAL) con una tesis sobre la formación sacerdotal. Fue ordenado Sacerdote el 12 de diciembre de 1992 para su Diócesis de La Dorada-Guaduas. Como Presbítero desempeñó los siguientes encargos:

–       Delegado Diocesano de Pastoral Juvenil

–       Delegado Diocesano de Pastoral Vocacional

–       Párroco en 3 comunidades

–       Profesor y formador en el Seminario Mayor

–       Delegado para la Pastoral de los Ministerios Ordenados

–       Profesor en el Instituto Teológico Pastoral Latinoamericano (ITEPAL)

–       Miembro del Consejo Presbiteral, del Colegio de Consultores, del Consejo de Pastoral, Vicario Foráneo de la Vicaría “Nuestra Señora del Carmen”.

Fue ordenado Obispo de San José del Guaviare el 18 de junio de 2016 y tomó posesión el 9 de julio del mismo año.

Entre sus perspectivas pastorales destacan:

– Diseñar el nuevo Plan de Pastoral para la Diócesis

– Dar una estructura sólida y estable a la pastoral infantil, juvenil y vocacional diocesana

– Organizar una Pastoral Sacerdotal eficaz

– Trabajar por la reconciliación y la paz en la región

– Fortalecer el espíritu misionero de la Jurisdicción eclesiástica

– Estabilizar la situación económica de la Diócesis.

REALIDAD PASTORAL DE LA DIÓCESIS DE SAN JOSÉ DEL GUAVIARE

La Diócesis está constituida por dos vicarías foráneas:

La vicaría Urbana comprende las parroquias de: Catedral de San José, Inmaculada Concepción, María Auxiliadora, María Reina de la Paz, Sagrada Familia, Divino Niño.

La vicaría Rural comprende las parroquias de: San Isidro Labrador (Unilla), San Francisco de Asís (Cerritos), Nuestra Señora del Carmen (La Libertad), Nuestra Señora de la Asunción (El Capricho), Cristo Rey (Calamar), Nuestra Señora del Carmen (Miraflores), Divino Niño (La Carpa), Señor de los Milagros (La Trocha Ganadera), Nuestra Señora (El Retorno).

Fortalezas de la Diócesis de San José del Guaviare

  • Se posibilita la catolicidad por ser un ambiente multiétnico y pluricultural
  • Hay Sacerdotes alegres, disponibles y comprometidos con su gente. 17 incardinados, uno de La Dorada Guaduas, uno de los misioneros de la Esperanza y uno de los Javerianos de Yarumal. Además apoya un diácono permanente incardinado.
  • Se tiene una adecuada formación permanente del clero.
  • Se cuenta con 6 seminaristas de los cuales 4 son nacidos en el Guaviare.
  • Trabajan entre nosotros las comunidades de: Fraternidad de la Divina Providencia, Lauritas y Misioneras Siervas del Espíritu Santo.
  • A nivel de estructuras de Administración y Pastoral, contamos con Vicario General, que hace también las veces de Canciller, Vicario de Pastoral, Colegio de Consultores y Presbíteros, consejo de pastoral, Consejo de asuntos económicos, ecónomo diocesano, junta de arte y construcción, delegados de: Coordinadores de: dimensión social, dimensión profética, dimensión litúrgica, y dimensión de comunión, Delegados de: Pastoral social, pastoral juvenil y vocacional, pastoral de medios de comunicación, Formación Permanente, Pastoral de la vida religiosa, Pastoral familiar, pastoral laical, Pastoral catequética, pastoral indígena. Tenemos también el Director de Diaconado Permanente.
  • Los fieles piden los sacramentos. En 2016 hubo 789 bautismos, 489 confirmaciones, 542 Primeras comuniones y 52 matrimonios.
  • Se cuenta con un número considerable de servidores de la liturgia: Ministerios musicales, lectores, acólitos y ministros de la comunión.
  • Las celebraciones sacramentales tienen carácter festivo.
  • Se celebra y vive bien la celebración eucarística. El promedio de asistencia es del 10%
  • Se vive con especial intensidad el triduo pascual, la Navidad y la respectiva fiesta patronal.
  • Se tiene la adoración al Santísimo, sobre todo los jueves y las parroquias del Retorno y el Modelo tienen capillas para la adoración perpetua.
  • Hay devoción por los sacramentales, especialmente el agua bendita.
  • Hay un buen número de catequistas. Para 2016 teníamos 113, de entre estos 15 son indígenas.
  • Un buen número de estos catequistas se están formando en la ESPAC.
  • Se tienen bien previstos los tiempos de preparación a los sacramentos.
  • Se tiene un laicado muy comprometido. Entre ellos muchos son profesionales.
  • Se trabaja fuertemente la pastoral familiar
  • Hay grupos apostólicos: Cursillos de Cristiandad, Encuentros de parejas, Encuentros de Promoción juvenil; Renovación carismática, Pueblo de Dios, Hijos de Dios, Legión de María, Infancia Misionera, Grupo Amigoniano, A Jesús por María, SINE.
  • Se hace presencia en el mundo indígena a través, sobre todo, de las Hermanas Lauritas.
  • Se hace presencia en las veredas.
  • Se tiene un colegio católico, el Minuto de Dios y otro de inspiración católica: Colegio San José.
  • Se atienden 62 sedes educativas con el contrato de educación dispersa.
  • Se hace presencia en el SENA con un capellán.
  • La Diócesis hace presencia en la Policía de San José con un capellán y el ejército de San José es atendido por dos capellanes de la Diócesis castrense, de todos modos en los municipios distintos, los sacerdotes están prestos a atender las solicitudes de estas instituciones.
  • Asistencia humanitaria de Emergencia y de Post-Emergencia.
  • Fondo Ganadero Familiar como alternativa a los cultivos ilícitos.
  • Banco de datos de derechos humanos y violencia política del suroriente colombiano.
  • Grupo suroriente, como una alianza estratégica entre agencias de las Naciones Unidas, defensorías del pueblo Meta y Guaviare, la consultoría para los derechos humanos y el desplazamiento-CODHES- y la pastoral social que busca fortalecer procesos de visibilidad de la crisis humanitaria y social y la exigibilidad de derechos.
  • Convenio de responsabilidad penal de adolescentes y casa Hogar de paso.
  • La Diócesis del Guaviare, a través de la pastoral social ha trabajado en la elaboración de los planes de vida, organización comunitaria de los pueblos Sikuany, Jiw, y Tucano oriental.
  • Maloka Bíblica con la Juventud Indígena.
  • Se ha liderado la escuela de convivencia pacífica y solidaria en red con la pastoral social regional del suroriente colombiano.
  • Se celebra la Semana por la Paz donde concurren todos los centros educativos del departamento.
  • Los religiosos de la Divina Providencia atienden el asilo de San José.
  • Se evangeliza a través de la emisora RCN Guaviare, de la página web y del facebook.
  • Se atiende espiritualmente a los enfermos y los presos.
  • El pueblo fiel es consciente de la necesidad de compartir los bienes y esto se nota sobre todo en las colectas de Comunicación cristiana de bienes y misiones.
  • A nivel de estructuras materiales se cuenta con: Curia episcopal, casa episcopal, Instalaciones parroquiales, 2 locales donde funcionan internados, terrenos y locales donde funcionan el Hogar pequeñín y el colegio Minuto de Dios, las haciendas el Hatico con su casa de encuentros, la Leona y Termales, el Los centros pastorales de Cenpagua y casa Nazareth, local de la antigua ferretería, tres casas en arrendamiento, un apartamento en Bogotá, Centro Pastoral del Retorno.

Debilidades De La Diócesis De San José Del Guaviare

  • La inestabilidad del clero, pues de los 34 incardinados, apenas 17 prestan servicios en ella.
  • Las dificultades que plantea el clero que está en otras jurisdicciones sin ninguna clase de comunión con el Obispo.
  • Las lagunas de formación en parte del Presbiterio.
  • El escaso número de sacerdotes, para atender un territorio tan grande y de población tan dispersa.
  • La deserción de 2 de los tres diáconos permanentes
  • La escasez de vocaciones de personas nacidas en el Guaviare y de las etnias indígenas.
  • La débil estructura de las pastorales infantil, juvenil y vocacional.
  • La inexistencia de comunidades de perseverancia para quienes realizan encuentros y retiros de conversión.
  • La preocupante caída de las cifras de sacramentos: en 2006 se bautizaron 1826 personas y en 2016 sólo 789; en 2006 hicieron su primera comunión 910 personas, en 2016 apenas 542; en 2006 fueron confirmadas 830 personas y en 2016 apenas 489. Aunque el matrimonio tuvo una mejoría de 45 a 52 en el mismo período de tiempo, la inmensa mayoría de parejas sigue prefiriendo la unión libre.
  • El sacramento de la penitencia no es muy requerido. Extraña que la misma estructura de las iglesias parroquiales, carezca de confesionario.
  • El sacramento de la Unción de los enfermos no goza de mucha acogida entre los fieles.
  • Falta todavía incluir más el arte y la arquitectura religiosa en la construcción y ornato de los lugares de culto.
  • Faltan más expresiones de devoción popular.
  • Las capillas de adoración que hay, permanecen solas buena parte del tiempo.
  • Últimamente se van dando exageraciones en el asunto de liberaciones y supuestos carismas extraordinarios entre algunos grupos de inspiración carismática.
  • La Educación Religiosa Escolar que se brinda en las instituciones del Estado es deficiente.
  • Ha bajado notoriamente el espíritu misionero de los sacerdotes, sobre todo respecto a la visita a las comunidades veredales.
  • La Pastoral Social ha perdido protagonismo en el territorio.
  • Las sectas han ganado mucho terreno. Hacen presencia en el territorio: Pentecostales, Testigos de Jehová, Asambleas de Dios, Adventistas del Séptimo día, Mira, Movimiento Misionero Mundial, Filipenses, Cristo sobre la Roca, Mormones, Betania, Sociedades Bíblicas Unidas (entre los indígenas), Manantial de Vida.
  • Es débil todavía la estructura de la Pastoral con los Indígenas.
  • Falta influir más en los entes gubernamentales y culturales a través de los laicos.
  • La Diócesis termina el 2016 con una preocupante situación de déficit económico.
  • Poco compromiso en la conformación de grupos y mucha intermitencia en la asistencia a las reuniones de formación y las celebraciones litúrgicas.
  • Presencia de esoterismo y mal uso de los sacramentales.
  • Número significativo de no creyentes

Amenazas del entorno Que la Diócesis Debe Sortear

  • El avance de las sectas que han ganado mucho terreno.
  • La secularización que también aquí ha llegado trastocando los valores éticos y morales de los guaviarenses.
  • Los gobiernos departamentales y locales, cada vez más distantes de la Doctrina Social de la Iglesia.
  • Influencia de los medios de comunicación que diluyen las culturas propias, sobre todo en las comunidades indígenas.

Oportunidades del entorno Que la Diócesis Debe Aprovechar

  • El Proceso de desmovilización de buena parte de la guerrilla
  • La apertura de las organizaciones eclesiales y civiles de ayuda para favorecer procesos de protección de la selva y logro de la reconciliación.
  • La expansión de las TIC en la región.
  • La organización de las vías carreteables
  • La expansión de las zonas urbanas
  • Apertura de las Instituciones Educativas que permiten ingresar a las aulas de clases.
  • Disponibilidad de los medios de comunicación para transmitir el mensaje de la Iglesia.
  • Posibilidad de libre tránsito por el departamento y ruptura de fronteras invisibles.

Potencialidades Que la Diócesis Debe Hacer Actuales

  • Si sabe aprovechar el proceso de paz y las zonas veredales podría la Diócesis hacer procesos serios de reconciliación y de evangelización.
  • Si sabe aprovechar las organizaciones de ayuda en este momento coyuntural de la región, puede adquirir recursos para proyectos con los indígenas y para los procesos de reconciliación y de protección de la selva amazónica.
  • Si sabe aprovechar la expansión de las TIC puede ofrecer cursos y licenciaturas en ciencias eclesiásticas con institutos y universidades que ofrecen planes totalmente virtuales.
  • Si se aprovecha el mejoramiento de las carreteras, puede ofrecerse una mejor atención a los centros veredales y a los resguardos indígenas.
  • La expansión de las zonas urbanas es una buena oportunidad para pensar con tiempo las nuevas parroquias y adquirir los terrenos en las zonas de expansión urbana del departamento.

Desafíos Que la Diócesis Debe Enfrentar

  • Culminar una planeación pastoral clara y prospectiva desde el 2017 hasta el 2023
  • Organizar una sólida estructura de la pastoral infantil y juvenil
  • Generar una auténtica cultura de la vocación
  • Organizar una auténtica Formación Permanente que sostenga a los Ministros Ordenados y a los Religiosos en su fidelidad y entrega apostólica.
  • Restablecer el Diaconado Permanente colono e indígena como un modo estable de servicio a las comunidades.
  • Promover la animación religiosa en los resguardos, a través de sus miembros mismos.
  • Establecer grupos y movimientos para la perseverancia de quienes hacen encuentros de conversión.
  •  Establecer un modelo de formación que partiendo del kerigma, lleva a la perseverancia y de allí al descubrimiento de los carismas, para ponerlos, en el apostolado misionero, al servicio de los hermanos.
  • Dar respuesta, como Iglesia, a la situación de pobreza y violación de los derechos humanos en el territorio.
  • Contribuir a la protección de la selva desde la doctrina de la “Laudato Si”
  • Diseñar un modelo pastoral que incluye a los cercanos, pero también a los tibios y a los no creyentes.
  • Reinvertir mejor los recursos de la Diócesis, de modo que produzcan mejores rentas para el sostenimiento de la pastoral.
  • Preparar los laicos profesionales para su actuación en la política del departamento con principios cristianos.
  • Brindar procesos de formación permanente para los laicos.
  • Obtener un conocimiento mayor de la cultura indígena para favorecer su evangelización.

Riesgos Que la Diócesis va a Correr

  • Los producidos por las nuevas fuerzas violentas.
  • La hostilidad de las políticas gubernamentales
  • Los peligros para la salud en la misión evangelizadora.

Limitaciones Con Que la Diócesis Debe Contar

  • La pobreza de recursos
  • La dispersión de la población
  • La pérdida de credibilidad de la institución eclesiástica
  • Falta infraestructura, sobre todo a nivel parroquial, para desarrollar la actividad pastoral.
  • Población flotante e inestable.
  • Escasez de agentes de pastoral.
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