El término Jubileo remite a un tiempo especial de gracia, de perdón, de renovación, de reconciliación, de conversión. Los sacerdotes, por su consagración, por su vínculo con Cristo Buen Pastor en el sacramento del Orden, tienen una vocación particular, una participación en el sacerdocio de Cristo.
Un Jubileo Sacerdotal es, entonces, un tiempo señalado en el que se pone de relieve: La santificación del sacerdote: que renueve su entrega, su interioridad, su unión con Cristo, su fidelidad al llamado que recibió.
El sacerdote participa del sacerdocio de Cristo único. El sacerdocio ministerial no es un poder humano, sino inserción en el sacrificio de Cristo, sello de su sacerdocio, continuidad de su obra redentora. El sacerdote consagra, ofrece, perdona, no por su mérito, sino por unión con Cristo. El Jubileo recuerda este carácter sacrificial y eterno del sacerdocio.
En suma este Jubileo sacerdotal no es un evento más: es un don, una llamada renovada del Señor, quien convoca con ternura y con esperanza.