Hoy es Pentecostés juntamente con la de navidad y pascua conforma las tres solemnidades mayores. Pentecostés es la respuesta de la torre de babel, porque el pecado de babel ha sido perdonado; al conferir Jesucristo a sus apóstoles el poder de perdonar instituye el sacramento de la penitencia o reconciliación; en el Pentecostés judío del Sinaí, dios habló por medio de truenos y relámpagos; en el Pentecostés cristiano del cenáculo descendió el espíritu con la imagen de luz que ilumina y de fuego que da calor, porque no escribe Dios sobre piedras, sino sobre corazones, no es una ley exterior, sino el don de una persona, “el espíritu de Dios vivo”; por tanto Pentecostés constituye el origen de una nueva humanidad, de una nueva creación.
Todo este itinerario lo hemos recorrido desde el viernes santo: Jesús entregando el espíritu, hasta hoy en Pentecostés y es que celebrar Pentecostés es actualizar la pascua; es la presencia por siempre del Espíritu Santo. En los hechos de los Apóstoles, el espíritu, impulsa a Pedro a controlar las decisiones del concilio de Jerusalén, en el año 50 después de Cristo.
Hoy en la Eucaristía dominical cantemos el credo con alegría diciendo: “creo en el Espíritu Santo, señor y dador de vida”.
En suma, Pentecostés es la confirmación de la iglesia, del mismo modo que la confirmación es el Pentecostés personal cristiano, la iglesia peregrina vive en Pentecostés hasta que el señor vuelva. Porque vivir Pentecostés
es pedirle a Dios, que nos ayude a construir la gran familia de la iglesia. Que María Santísima siga al frente, del Pentecostés de nuestra iglesia.
Por último, recordemos con cariño hoy al obispo que nos confirmó y nuestro padrino o madrina de confirmación con una oración es este día.